Story
Crónica del viaje Inspiracional a Israel by Gisela Berry

El viaje que acabamos de hacer a Israel nuestro grupo de 20 mujeres ha sido una experiencia difícil de transmitir en palabras, llena de inspiración. La energía, fuerza y magia que genera estar tantos días entre mujeres de distintas partes del mundo, compartiendo desde lo más profundo de nosotras es algo que llena el alma y produce el orgullo de la identidad femenina. Si a esto le agregamos nuestros judaísmo e identificación con el pueblo de Israel, podemos hablar de experiencias cercanas a la sintonía y hermandad.
Recuerdo nuestra visita a la mikveh de Tsfat, donde pudimos recrear y conectarnos con nuestra herencia femenina, rituales que tantas mujeres han preservado hasta hoy y que forman parte de la sabiduría de la Torah. Caminar por aquel mercado de Tsfat, lleno de rinconcitos y sentir que cualquier vitrina o producto ofrecido, forma parte de nuestra identidad y tradiciones…es un recordarnos constante quiénes somos y de dónde venimos.
Ver aquellas madres que hablaron en Iom Hazicaron y cantaron por sus hijos fallecidos en las guerras, sentir su dolor como propio y el agradecimiento de que por el mérito de esos jóvenes la tierra de Israel sigue existiendo y cobijando a todos aquellos que la requieran. Al día siguiente celebrar Iom Hazmaut, con toda la alegría que implica que se generó nuestro Estado de Israel. Aquellas madres que lloraban el día anterior, bailaban con nosotras en la Fiesta de Iom Hazmaut, lo cual es una metáfora de la fuerza de nuestro pueblo y el sentido de la vida sobre la muerte. Es un baile de agradecimiento mudo a aquellos hijos que dieron su vida por un sentido que los trascendía y el bailar por la alegría de poseer la tierra, es un homenaje a su entrega. Estar en el Parlamento escuchando las palabras de Ben Gurión ese mismo día es una experiencia muy emocionante, es un lujo y más aún el subir al estrado y cantar el Atikva.
El compartir charlas de Lori y otras personas, todas ellas llenas de sabiduría y ganas de entregárnosla. Temas que nos atañen, sobre el matrimonio, el ser madres, nuestro rol en el shabbat y tantos más, que nos dejaron pensando, cuestionando, llorando o con ganas de profundizar más en cada una de nosotras. Tantas risas, tanta complicidad, tanta empatía y contención entre todas nosotras. Salidas a comer, a comprar, conversaciones en las caminatas y los traslados en el bus. Cada una con su misterio, con sus complejidades, sus dolores acarreados, sus esperanzas y su búsqueda personal del sentido de su vida.
Nuestra caminata por Massada con el calor abrasador del desierto que nos revela en una mínima expresión, lo que deben haber sentido nuestros hermanos cuando huyeron de Egipto y el milagro de haber vivido en este desierto durante 40 años. Luego refrescarnos en el Mar Muerto y darnos nuestro tratamiento de barro con fotos incluidas para compartir con nuestros hijos que habían estado compartiendo el mismo barro con sus amigos Después subirnos a los camellos y reírnos como niñas, disfrazadas con turbante como beduinas, escuchando los tambores y rememorando la vida en las carpas de nuestros ancestros.
Nuestro encuentro con el Kotel fue una vivencia de una intensidad y conexión interior con H-shem que removió todo nuestro corazón y nuestro ser. Las lágrimas brotaban fluidamente, lágrimas de emoción, alegría, pesar, penas guardadas, agradecimiento, esperanza…Muro de los lamentos, lamentos que nos humanizan, que nos hacen iguales, humildes y que nos conectan con nuestra Emuna y la de todos aquellos que nos precedieron. Aquella sonrisa que dimos y recibimos de nuestras compañeras ene ese momento, aquel cariño en la espalda, aquella mano y abrazo que brotó en una sintonía sin palabras que decía: D-s te oiga y nos oiga, nos perdone, nos escuche, reciba nuestro agradecimiento para merecer su misericordia y sabiduría.
Nuestra Havdalá en el Ätico de la Sinagoga de Aish, donde vimos el atardecer con la bendición de mirar a Yerushalaim y luego nuestro baile, nuestras rondas y cantos al lado del Kotel, donde cualquier mujer o niña que estaba por ahí se unía, porque el baile y canciones judaicas son universales, nos unen a todas, da igual de dónde venimos. Aquellas golondrinas que hacían su propia ronda en el cielo que nos deleitaban con su magia y que como nos contó nuestra Rivka, “dicen que son las neshamot”, tanta magia en su canto y vuelo, tal como nuestras almas que estaban libres y conectadas, sin ataduras materiales, sólo agradecidas de estar en un estado místico y cerca de H-shem.
Recuerdo la preparación para nuestro Shabbat, dejar nuestros teléfonos para recordarnos que podemos mirarnos a los ojos y priorizar nuestros vínculos más allá de la tecnología, ojalá podamos también guardar la vivencia de trenzar juntas jalot, que sus trenzas, nos recuerden nuestra unión, la fuerza de estar en contacto, la magia de ser mujeres. La pareja que nos abrió su hogar para compartir un hermoso y cálido almuerzo de shabbat.
Aquella visita a los jayalim, soldados niños, jóvenes llenos de valentía y convicción, era muy removedor hablar con ellos, era como estar con nuestros hijos adolescentes, pero disfrazados de grandes, ellos protegiéndote, cuán chicas nos podemos sentir frente a estos jóvenes que nos agradecían nuestra visita con humildad y cariño, no entendiendo el nivel de heroísmo que encarnan para seres como nosotros que vivimos en nuestra zona de confort. Luego Yad Vashem, aquel museo del horror que sufrió nuestro pueblo y que nos lleva a conectarnos con nuestra responsabilidad de estar vivos y ser judíos.
Cuánto removieron los cuestionamientos de nuestra identidad de mujeres judías, en relación a nuestro aporte y entrega en la sociedad, al recibir inspiración de ver mujeres como nuestra guía Ilana, joven llena de sabiduría y aquella joven de 27 años que generó un cambio mayor en Sudáfrica, desde una idea de ayudar con agua limpia a las aldeas. Además nuestra visita a Susan House, donde rehabilitan a jóvenes drogadictos, a partir de la idea y necesidad de trascender de Susan antes de morirse, a través de su acto de bondad, de entregarles Arte y darles un sentido de creatividad y esperanza a la vida de estos jóvenes.
Finalmente recuerdo la entrega de los sidurim por nuestras queridas city leaders, esperemos que podamos pedir y llorar si lo necesitamos en sus páginas. Queridas amigas, compañeras de ruta y en este momento hermanas de experiencias espirituales, les agradezco a cada una ser parte de esta experiencia. Agradezco también a nuestras madrijot, mujeres preocupadas por salir a entregarse más allá de sí mismas. Espero logremos mantener en actos y comunicación este tesoro que recibimos de la vida y D-s. Tratemos de acercarnos a nuestra creatividad, a nuestras ideas dormidas y así acercarnos a comprender nuestra misión en esta vida…
-Gisela
Gisela Berry is a 2016 Momentum Trip Participant